jueves, 2 de junio de 2016

Fronteras simbólicas y atención psicosocial en las víctimas

Nuevos aportes para comprender la formación social de lo humano desde las víctimas

Moreno, M., & Díaz, M. (2015). Posturas en la atención psicosocial a víctimas del conflicto armado en Colombia. AGO.USB, 193-213.
Franco, A. (2016). Fronteras simbólicas entre expertos y víctimas de la guerra en Colombia. Rev. Antropol. Arqueol., 35-53.

Fronteras simbólicas entre expertos y víctimas de la guerra en Colombia:
·                    “Hasta agosto de 2015 se registraron en Colombia 7.265.159 personas afectadas por hechos victimizantes ocasionados en el marco del conflicto armado interno. Éstos incluyen abandono o despojo forzado de tierras, actos terroristas, atentados, combates, hostigamientos, delitos contra la libertad y la integridad sexual, desaparición forzada, desplazamiento, homicidio, secuestro, tortura, vinculación de niños, niñas y adolescentes al conflicto y daños por minas antipersonal, munición sin explotar y artefactos explosivos improvisados” (Franco, 2016, p. 37).
·                    Promulgación de la Ley 1448 de 2011, Ley de víctimas y de restitución de tierras, marco jurídico de atención, asistencia y reparación de víctimas del conflicto armado. “Artículo 2 busca reivindicar la dignidad humana y asumir la ciudadanía plena de las víctimas.” Artículo 135: “el conjunto de estrategias, planes, programas y acciones de carácter jurídico, médico, psicológico y social, dirigidos al restablecimiento de las condiciones físicas y psicosociales de las víctimas”  (Franco, 2016, p. 37).
·                    “Enfoque diferencial”, es decir, el reconocimiento de las características particulares de las poblaciones “en razón de su edad, género, orientación sexual, especificidades étnicas y culturales y situación de discapacidad”  (Franco, 2016, p. 38).
·                    “A partir de la pregunta por las formas socioculturalmente diferenciadas del sufrimiento social y de la reconstrucción de la cotidianidad, en este estudio se exploraron narrativas locales y translocales que permitieron entender la articulación entre dinámicas de poder expresadas en el territorio local y dinámicas políticas y culturales de mayor envergadura (Sahlins 1981, en Ortner 2006). A partir de esta estrategia metodológica, las voces de víctimas y funcionarios públicos locales y del Estado central convergieron durante los trabajos de campo que se adelantaron entre 2012 y 2014, en el casco urbano y algunos resguardos indígenas del municipio de Tumaco (Nariño); en la ciudad de Bogotá, D.C. y en la ciudad de Pasto (Nariño)” (Franco, 2016, p. 38)
·                    “Evidenció que las experiencias de sufrimiento de las víctimas estaban atravesadas por la acción de profesionales y actores burocráticos que, en varios de los casos, parecían neutralizar las prácticas de las personas, ya fuera en el marco de esperas interminables que dejaban en la incertidumbre “las indemnizaciones” o “el registro en el sistema”, de desencuentros semánticos entre víctimas y profesionales que imposibilitaban la realización de un trámite para acceder a unos derechos, o de la implementación de intervenciones que no se correspondían con las necesidades vividas localmente y que, por el contrario, acarreaban efectos adversos” (Franco, 2016, pp. 38-39).
·                    “La antropóloga brasilera Alcida Rita Ramos denomina a esto desencuentros semánticos: “un aspecto de las relaciones intensamente desiguales del campo interétnico que le dan forma a la comunicación imperfecta” (Ramos 2014, 8). De acuerdo con la autora, quien cita a la antropóloga japonesa Emiko Ohnuki-Tierney, el desencuentro semántico corresponde a “la falta de comunicación cuando no se comparte el mismo significado […] que puede ocurrir cuando los implicados no se dan cuenta de la falta de comunicación entre sí” (Ohnuki-Tierney 2002, 3, en Ramos 2014, 7)” (Franco, 2016, p. 42).
·                    “Dos fracturas recorren el rol profesional de este experto. La primera se vincula con la ausencia de “diálogo” entre las medidas estatales y “las necesidades reales de las personas”; y la segunda, con la carencia de un “objetivo común” y de coordinación entre las entidades del Estado” (Franco, 2016, p. 44).
·                    “El antropólogo [Herzfeld] define la indiferencia como “un rechazo a aquellos que son diferentes, una práctica selectiva instituida arbitrariamente, una negligencia benigna que produce una excusa moral para la inacción” (Herzfeld 1992, 33): la “chambonada” burocrática” (Franco, 2016, p. 46).
·                    “Cómo las fronteras epistémicas y sensibles se vinculan con una racionalidad no hábil para concebir formas particulares de ser persona, familia, niño, adulto, hombre o  mujer, ni para formular e implementar acciones públicas lo suficientemente sensibles frente a la alteridad. Esto ocurre no sólo porque se da por sentada una identidad compartida, sino porque se asume la legitimidad de unas formas de existencia sobre otras” (Franco, 2016, pp. 46-47).

Posturas en la atención psicosocial a víctimas del conflicto armado en Colombia:
           
   ·                    “Los efectos de la exposición a los hechos de violencia son tan variables como los sujetos que se han visto sometidos a dichas situaciones” (Moreno y Díaz, 2015, p. 194).
·                    “Todas las víctimas tienen el mismo derecho a ser reparadas por haber sido sometidas a tales actos de violencia, por lo tanto, desde la perspectiva oficial la política para la atención a víctimas se caracteriza por estar formulada bajo el precepto del para todos, lo que significa para todos por igual. La más reciente norma dirigida a mitigar los impactos de la violencia en Colombia es la ley 1448 de 2011” (Moreno y Díaz, 2015, p. 194).
·                    “La ley de víctimas se refiere a la atención como “la acción de dar información, orientación y acompañamiento jurídico y psicosocial a la víctima, con miras a facilitar el acceso y cualificar el ejercicio de los derechos a la verdad, justicia y reparación” (Colombia, 2012, p.36 citado por Moreno y Díaz, 2015, p. 195).
·                    “El enfoque (psicosocial) está orientado al restablecimiento de los derechos vulnerados y la reivindicación de la dignidad de los sujetos afectados por los hechos de victimización” (Moreno y Díaz, 2015, p. 195).
·                    “Considerar a las víctimas como sujetos que no solamente están sufriendo, sino que cuentan con recursos para afrontar su situación actual de vida, lo que implica también reconocer que los hechos de victimización no son el referente estructural que define su situación actual, sino que tienen el valor de variables en una cadena de acontecimientos históricos que constituyen la vida de un sujeto o una comunidad” (Moreno y Díaz, 2015, p. 196).
·                    “En las intervenciones revisadas se hace evidente una tendencia hacia perspectivas que abogan por promover las capacidades de los sujetos y potenciar sus recursos para enfrentar las situaciones. Estas perspectivas se posicionan como una respuesta frente al análisis de experiencias centradas en posturas asistencialistas que perpetúan a las personas en el lugar de víctimas” (Moreno y Díaz, 2015, p. 197).
·                    “Bello (2006a), por ejemplo, propone que la intervención psicosocial incluya elementos que contribuyan a la reconstrucción de la identidad, propiciar la autonomía que permita potencializar sus capacidades de agencia tanto individual como colectiva; favorecer la satisfacción de las necesidades básicas que garanticen su subsistencia, es decir, acciones de protección del Estado; y el despliegue de recursos propios, la activación de redes sociales e institucionales, nuevos lazos y vínculos” (Moreno y Díaz, 2015, p. 201).
·                    “Así las cosas, resaltar la riqueza de los recursos comunitarios ubica a los sujetos posición de agentes y sirve además para reconocer valiosas prácticas para enfrentar el dolor, que deben ser atendidas como guía a seguir con las comunidades (Tovar, 2013). En este sentido, vale la pena reconocer valiosas experiencias comunitarias adelantadas en las que, con sus propios recursos, los sujetos se organizan para hacer frente al dolor” (Moreno y Díaz, 2015, p. 202).
·                    “Pensar el ámbito de la atención psicosocial a víctimas implica considerar que el reconocimiento de un sujeto bajo el estatuto de víctima del conflicto armado es justificable desde la perspectiva de los derechos humanos y la defensa de la dignidad de las personas sometidas a las acciones violentas” (Moreno y Díaz, 2015, p.204).
·                    “La contradicción existente en la categoría víctima, pues sugiere desvalimiento y pasividad, mientras que algunas experiencias de trabajo con personas afectadas por hechos de violencia dan cuenta de la posibilidad de agencia, capacidad de resolución y afrontamiento ante las adversidades. No obstante, como plantea Jaramillo (2006), el rótulo de víctima es el que favorece el reconocimiento por parte del Estado y con ello la posibilidad de recibir la asistencia que éste debe brindar de acuerdo con la ley” (Moreno y Díaz, 2015, p. 205).
·                    “Hay un marcado énfasis en una apuesta por el reconocimiento y la dignificación, como también por el empoderamiento de los sujetos afectados por los hechos de victimización. Ello supone una noción de sujeto capaz de construir, a partir de sus propios recursos, las formas de hacer frente a las dificultades que ha tenido que enfrentar como consecuencia de la violencia” (Moreno y Díaz, 2015, p. 207).

Análisis:

Para pensar la formación social de lo humano desde las víctimas del conflicto armado colombiano, se propone trabajar los hallazgos encontrados por Franco (2016) en relación con las fronteras simbólicas trabajadas desde la guerra desde una perspectiva de las víctimas y los hallazgos de Moreno y Díaz (2015) donde se pueden identificar procesos psicosociales en las víctimas del conflicto armado. Se busca durante esta parte del documento crear una discusión en torno a estos hallazgos en relación con la teoría de las relaciones de poder desde Foucault (1991) y la comprensión del otro desde Lévinas a partir de Aguirre y Jaramillo (2006).
Para comenzar a entender el conflicto como construcción del ser humano de las víctimas, debemos dar una primera mirada a la situación actual de Colombia, más de siete millones de personas han sido víctimas del conflicto colombiano, estos se pueden resumir en
            abandono o despojo forzado de tierras, actos terroristas, atentados, combates, hostigamientos, delitos contra la libertad y la integridad sexual, desaparición forzada, desplazamiento, homicidio, secuestro, tortura, vinculación de niños, niñas y adolescentes al conflicto y daños por minas antipersonal, munición sin explotar y artefactos explosivos improvisados (Franco, 2016, p. 37).

Como se puede apreciar, no son simples actos aversivos, son conductas que se han convertido en prácticas culturales por parte de los grupos armados para ejercer un control primario y fundamental sobre la conducta. Se hace eco de técnicas de control social e individual, se usa el aversivo más fuerte, la muerte, y con esta, se convierte al resto de los individuos en sujetos sometidos al control de los otros, y es que tal como lo dice Foucault (1991), todos ejercemos poder y todos lo padecemos, solo existen diferentes niveles en los cuales se da el poder, y en las víctimas, el poder ejercido se da en muy pocas ocasiones, como en San José de Apartadó.
Es por ello que mediante leyes y legislaciones se intenta crear un tipo de contrapoder “verídico” que permitan que las víctimas no se dejen comer completamente por un discurso y un padecimiento del poder, por tanto se expiden leyes como la Ley de víctimas y restitución de tierras, la cual busca, en resumidas cuentas, reparar a las víctimas del conflicto, “reivindicando la dignidad humana y asumir la ciudadanía plena de las víctimas” (Franco, 2016, p. 37).  Pero nuevamente entramos en el plano de lo discursivo, lugar imaginario en el que las víctimas ven la verdad como la construcción social que legitima la estructura del poder, pues si bien han “logrado” salir del programa aversivo al que han sido sometidos, este no se queda ahí, y la reivindicación estatal comienza a ser su nuevo instaurador de relaciones de dominancia Estado-víctimas.
La legitimación discursiva, al mayor estilo de dominancia, legitima dicha verdad y derechos como la ilusión de que nadie está por encima del Estado de derecho, el leviatán está donde siempre ha tenido que estar, el hombre solo hace uso de sus recursos para solventar sus beneficios, pero estos beneficios pasan de largo a las víctimas, las cuales escuchan verbalizaciones de “enfoque diferencial”, en el que se busca crear un vislumbrar de lo particular, de lo idiosincrático, un acercamiento individualizado que busca que el individuo sienta justa y cómoda la dominancia.
El intento de dar solución a esta problemática fue la búsqueda de entender las dinámicas del poder expresadas en el contexto, dinámicas de poder político y cultural; por ello se buscó el acercamiento integral de las víctimas y los funcionarios del Estado (Franco, 2016).  Y es que, como ya habíamos logrado evidenciar en el trabajo de Ortega (2014), la función de la verdad es completamente necesaria para el proceso de resiliencia, que es el primer paso para la reconstrucción de las víctimas.
            La verdad es fundamental, pues permite la reunión de narraciones, lo cual da paso a la construcción de memoria colectiva, permitiendo [...] el cumplimiento de las garantías de no repetición, [...] contribuye a que la memoria sea un elemento que da sentido a los procesos de verdad (Ortega, 2015, p. 24).

 No obstante, el jugar con estas situaciones hace parte del proceso de ejercer el poder, ni darlo todo ni no dar nada, se entra en programas intermitentes en el que, tal como nos dice Foucault, el individuo se convierte en sujeto se somete a sí mismo a lo que le dicen para construir su propia identidad; es por ello que  se juega, para controlar, para influir y manipular la conducta individualizada. Verbigracia, podemos encontrar que se  
            Evidenció que las experiencias de sufrimiento de las víctimas estaban atravesadas por la acción de profesionales y actores burocráticos que, en varios de los casos, parecían neutralizar las prácticas de las personas, ya fuera en el marco de esperas interminables que dejaban en la incertidumbre “las indemnizaciones” o “el registro en el sistema”, de desencuentros semánticos entre víctimas y profesionales que imposibilitaban la realización de un trámite para acceder a unos derechos, o de la implementación de intervenciones que no se correspondían con las necesidades vividas localmente y que, por el contrario, acarreaban efectos adversos (Franco, 2016, pp. 38-39).

Tal como hemos definido anteriormente, esta ejecución del poder se base en el uso del discurso y el lenguaje, tal como Lévinas (citado por Aguirre y Jaramillo, 2006) nos planteará con una aplicativa de acercamiento, pero este sencillamente no se puede dar en la gran mayoría de los casos, pues no se quiere un “entender” sino una práctica de dominancia, y cuando no podemos ponernos en los zapatos de los demás no podremos nunca estar en la misma semántica. Así como nos lo expresa la antropóloga Alcida Rita Ramos, parafraseando a Emiko Ohnuki-Tierney, “los desencuentros semánticos son un aspecto de las relaciones intensamente desiguales del campo interétnico que le dan forma a la comunicación imperfecta” (Franco, 2016, p. 42). Es este uso del lenguaje, como lo plantea Wittgenstein (Bosso, n.e), en el que se dan juegos de lenguaje que serán la herramienta predominante en las ejecuciones de control expresadas por Foucault (1991).
Este desencuentro choca contra la búsqueda ideal para las víctimas, su reconstrucción, su nueva construcción, el superar, el salirse de la zona de control y dominancia a la cual se ha visto ligada durante mucho tiempo, en el que se empieza a vislumbrar sentimientos de NO MÁS, pero los que han de ayudar se dejan llevar por sus propias prácticas de poder al cual han sido sometidos, y como contracontrol[1] chocan contra sus subordinados, en una pirámide de control y necesidad de poder, por ello no se pierde solamente la concepción del ser humano de las víctimas, sino que se pierde también la de quienes intentan ayudar; esto se representa en  “dos fracturas (…).  La primera se vincula con la ausencia de “diálogo” entre las medidas estatales y “las necesidades reales de las personas”; y la segunda, con la carencia de un “objetivo común” y de coordinación entre las entidades del Estado” (Franco, 2016, p. 44).
La concepción de poder desde Foucault (1991) y la legitimación del discurso que se sustenta desde Wittgenstein (Bosso, n.e) y Hayes (O'Donohue & Kitchener, 1999) hace que evidenciemos una construcción de frontera en la consecución y planeamiento del ejercicio de la dominancia, por tanto el poder y su ejecución está construida en las bases de la diferencia de estas capacidades de ejecutar el accionar de control e influencia, y tal como se expresa en el ámbito de las víctimas en Colombia, “esto ocurre no solo porque se da por sentada una identidad compartida, sino porque se asume la legitimidad de unas formas de existencia sobre otras” (Franco, 2016, pp. 46-47).
Ahora bien,  para comprender el papel de las víctimas dentro del conflicto armado y además generar una discusión acerca de su reivindicación, es necesario comprender las nociones del otro y cómo esté otro nos constituye y nos construye, ese otro que Lévinas (citado por Aguirre y Jaramillo, 2006) permitirá entender como infinitud, como absoluto, como parte de nosotros. Moreno y Díaz (2015) mencionan en su texto que las acciones dirigidas a las víctimas necesitan de la reivindicación de la dignidad que se les destruyó en las acciones violentas y dentro de ese proceso varias personas, comunidades y entidades pueden colaborar. Es este escenario de múltiples ayudas y esfuerzos donde el país es capaz de actuar como unidad y darle una oportunidad a la víctima de recuperarse de la tragedia de la guerra, por medio del reconocimiento del otro, permite un proceso de cumplimiento de derechos para la recuperación de los sujetos afectados por el conflicto; en dicho proceso, entonces, se identifica: el otro como ayudante y el otro víctima que necesita de nuestros esfuerzos y comprensión.
También, es necesario tener en cuenta que esta convergencia de ayuda de diferentes actores debe darse en un reconocimiento a la víctima como legitimo otro que necesita testificarse por medio de la experiencia, es decir cara a cara, al fin de dar lugar a un encuentro de relación yo – otro (Aguirre y Jaramillo, 2006,  P. 11). Esto permitirá que se dé una mirada no de lastima sino de compasión y colaboración sobre la víctima; además de comprendérsele como ser humano que siente, piensa y vive en relación y desde de allí iniciar el proceso de reparación. De esta manera, el resultado esperado será la evitación de narrativas que refuercen la victimización y la búsqueda del reconocimiento de la víctima sobre sus propias habilidades y recursos que le permitirán resignificarse y volver a tomar el control de su vida  (Moreno y Díaz, 2015).
Para poder cumplir lo anteriormente dicho, Moreno y Díaz (2015) han reconocido unas estrategias colectivas de trabajo donde la constitución de grupos permite un fortalecimiento de recursos de afrontamiento a la víctima desde una perspectiva relacional. Así por medio de la otredad, la víctima se resignifica, se reconstruye y emprende nuevos caminos de socialización dentro de su historia de vida. Es así como se puede reconocer en la otredad un recurso valiosísimo para la construcción de lo humano desde la mirada de las víctimas.
Dentro de la comprensión del trabajo de Moreno y Díaz (2015) es necesario reconocer la importancia y el valor que pueden tener las intervenciones psicosociales como parte del proceso de dignificación de la víctima así como de su reconstitución y resignificación. En este panorama, es posible identificar la importancia que se da al otro como persona capaz de colaborar, no solo en la reconstrucción dela víctima después del trauma que genera la violencia sino además en su formación total como ser humano, a fin de no reducir la víctima a la parte de su historia donde vivió la guerra sino por el contrario resaltar que su historia, su vida y su construcción humana es mucho más amplia; pues dentro de las consecuencias que la guerra deja en la víctima se debe separar el sujeto del hecho traumático u objeto, así el hecho traumático no totalizara lo que es el sujeto, sino que a pesar de que el objeto afecte al sujeto la esencia del ser se mantiene (Aguirre y Jaramillo, 2006). En estos procesos psicosociales, la tarea del psicólogo necesita de la conciencia de la importancia de conocer y legitimar al otro que va a ayudar, de la importancia de comprender sus formas de relación, de solución de problemas a fin de crear alternativas que contribuyan a las necesidades que la víctima o la comunidad victimizada requiere  (Díaz, Arias y Lasso, 2010, Citado por Moreno y Díaz, 2015, P. 201).
Cabe resaltar que una de las estrategias más eficaces en esta resignificación de la víctima, es la memoria colectiva (que también está involucrada con la alteridad y la colaboración del otro), dicha memoria es uno de los trabajos más destacados dentro de la ayuda psicosocial, esto además se hace evidente en el trabajo de Godoy (2014) antes mencionado, donde una de las reparaciones más importantes tiene que ver con la verdad que se crea a partir de las memorias colectivas.
Con todo lo anteriormente dicho, es evidente una clara relación entre la alteridad que Lévinas (citado por Aguirre y Jaramillo, 2006) trabaja y que permite comprender la formación social de lo humano, frente a la reparación de las víctimas y la comprensión de ellas, así como la participación de los demás en  estos procesos. Pues el otro permite que la víctima sea capaz de recuperarse, de transformar las relaciones de poder por las que pudo quedar marcada a través de la violencia, de resignificar su vida  y los traumas que las acciones violentas dejaron en su historia. Y es así como podemos comprender que  “todas las personas pueden hacer algo frente al sufrimiento de los otros” (Unidad para las víctimas, 2014b citado por Moreno y Díaz, 2015, p. 11).  


Referencias 
Aguirre, J., & Jaramillo, L. (Julio-diciembre 2006). "El Otro en Levinás: una salida a una encrucijada sujeto-objeto y su pertinencia en las ciencias sociales". Revista Latinoamericana en Ciencias Sociales y Juventud, 4(2), 1-17.
Bosso, C. (n.e), Desde Wittgenstein, una nueva perspetiva para pensar lo humano. UNT-CEW. 
Dussel, E. (2013) vídeo: “Otra mirada sobre la historia universal”: Enrique Dussel, Filosofía política en América Latina hoy. Universidad Andina Simón Bolívar, sede Ecuador
Foucault, M. (1991). El sujeto y el poder. En El sujeto y el poder (págs. pp.51-69). Bogotá: Carpe Diem Ediciones.
Franco, A. (2016). "Fronteras simbólicas entre expertos y víctimas de la guerra en Colombia". Rev. Antropol. Arqueol., 35-53.
Geertz, C. (1989). "El impacto del concepto de cultura en el concepto de hombre". En La interpretación de las culturas, pp.43-59, Barcelona: Gedisa.
Godoy Ortega, Y. M. (2014), Desaparición forzada y reparación una mirada a las reparaciones desde la perspectiva de las víctimas organizadas, el caso Asfaddes [trabajo de grado], Pontificia Universidad Javeriana, Carrera de Ciencia Política. PP. 147, Bogotá, Colombia.
 Moreno, M., & Díaz, M. (2015). Posturas en la atención psicosocial a víctimas del conflicto armado en Colombia. AGO.USB, 193-213.
O'Donohue, W. & Kitchener, R. (1999). Handbook of Behaviorism. Londres: Academic Press.
Skinner, B. F. (1974). About behaviorism. New York: Knopf














sábado, 7 de mayo de 2016

CONSTRUIR AL YO DESDE MI OTRO.

NOSOTROS NO PODEMOS SER SIN ELLOS- Emmanuel Lévinas (Filósofo)


La cuestión del sujeto en Levinás

Considerar la formación social de lo humano desde la otredad, es ser capaces de reconocer que a partir del otro, de la sociedad, de nuestras relaciones, es que somos capaces de construirnos como sujetos y como seres humanos. A partir de ello, consideramos que el otro nos hace sujetos, y que a partir de nosotros los demás se hacen sujetos. Esto implica que nuestra formación o constitución humana es gracias al otro, entonces nuestra humanidad se la debemos a nuestra capacidad de ser sociales.
Lo anterior, es uno de los planteamientos más importantes de Levinás; este filósofo nos permite reconocer que el ser es para el otro y en el otro es que se constituye un ser como sujeto. Ello, a partir de la consideración de que el sujeto es un ser ante todo heterónomo y que la heteronomía, comprendida como el reconocimiento de que somos sujetos a partir de la responsabilidad ineludible que tenemos por el otro donde le reconocemos como sujeto diferente pero no inferior a mí, nos permite complementarnos, ser sociales y ubicarnos como seres de cooperación y no de violencia, ya que existe un reconocimiento de nuestro propio ser a partir de lo que es el otro a pesar de que ese otro sea diferente. La infinita diferencia que desarrolla Levinás se interesa por formar una sociabilidad y una ética, un respeto por el otro que desconozco siempre pero al cual debo darle un reconocimiento en su calidad de enigma.
Ahora bien, esta reflexión filosófica comprendida desde el conflicto armado y las víctimas en Colombia, es útil para tratar varios puntos: primero, que el conflicto lo que ha hecho es desvirtuar el reconocimiento del otro como un sujeto que merece respeto ante su vida y su diferencia; segundo, nos permite identificar que la lógica de los victimarios se mueve desde el reconocimiento del sujeto como un ser capaz de conocer plenamente al otro y por tanto con derecho a destruirlo, es por ello que estas personas ocasionan una violencia injustificada hacia sus víctimas.
Es muy importante la concepción de la otredad en las pautas de comportamiento humano; cuando somos capaces de hacer construcciones sociales-materiales a partir de una visión que vaya más allá de la heteronomía y la concepción individualista, es cuando realmente se podrá decir que el hombre se construye como hombre a partir de su otro, de su ambiente y de su naturaleza.

Entonces ¿Por qué no se da esta construcción? Sencillamente nos encontramos en encrucijadas de contingencias que refuerzan las conductas individuales, estamos constantemente inundados de estímulos que nos van llevando poco a poco a las necesidades que nos hemos planteado para nosotros mismos, y en la que no se produce una cercanía hacia al otro más allá que una instrumental. Es por ello que en el conflicto armado colombiano, y desde una visión de las víctimas, se ha generado una completa separación del otro y del yo, que va mucho más allá de la organización mentalista, pasando a un plano de lo contextualista y el desentendimiento moral. Los victimarios dejan de ver a sus víctimas como seres, y solo los entienden en su condición de enemigos, enemigos que no eligieron serlo, sino que se encontraron en el infortunio de vivir una guerra. Se pierde el entendimiento en el otro, se deja de lado la formación propia del yo a partir de la alteridad del otro; ni infinito ni finito, este constructo per se se da como respuestas a historias comportamentales y biografías de reforzadores de cada individuo, y ha sido tanto el desentendimiento, que dicha construcción ha ido perdiendo todo el peso para convertirse sencillamente en una construcción inocua que no tiene más parangón que la nada.  

BIBLIOGRAFÍA

- Reyes, C.  (2010), "La cuestión del sujeto en Levinas, Freud y Lacan", en: 'De Filosofía y Filósofos', Programa radiofónico de Filosofía de la UAEM.

domingo, 1 de mayo de 2016

Yo, robot- Hibridación y purificación en el espacio cibernético

En el mundo actual es muy importante entender que el desarrollo no se da solamente en funciones económicas, sociales o educacionales, existe una convergencia intrínseca en cada uno de los aspectos posibles, la tecnología.

Desde sus albores más recónditos con cuentos utópicos y profecías futuristas, se empezó a ver a la máquina como algo que logra ir más allá de su formación, entrando es una integración continua de la vida cotidiana, dándole facultades antropomórficas y entre ella una cognición que tiene que ir más allá de la misma especie humana, se da una visión creacionista en el que el hombre consigue formar algo que supera sus propias limitaciones, en el cual el hombre en su rol de dios da vida, una vida que no solo facilitará la propias, sino que logrará ser más que un hombre, será un superhombre – sin referirnos a Saratustra, obviamente- que conseguirá todo lo que las facultades limitantes de la especie le ha impedido.

Si bien es cierto que con la evolución tecnológica la sociedad humana ha conseguido superar innumerables barreras que concebía como imposibles de alcanza, y es esta misma ruptura de los limitantes lo que ha permitido que el híbrido, el ciborg, el nuevo hombre, el mejorado, salga a la luz como algo más plausible que distante.

Y es que estas fronteras entre lo humano y la máquina se comienzan a difuminar lentamente  en lo que vamos comprendiendo la verdadera magnitud que posee la tecnología misma, y es que “los nuevos avances tecnológicos y las estéticas de consumo acaparan el mercado posmoderno” (Gordo, 1996, p. 418) El cuerpo humano se ha ido reconfigurando, ha ido “avanzando” de la mano de la tecnología para intentar superarse cada día, intentando conseguir nuevos estatus de poder, nuevas capacidades, nuevos objetivos, en fin, con la tecnología ¿Quién podrá detenernos?

Esta cuestión es la que se empieza a tocar en la película protagonizada por Will Smith, un policía que por los azares de la vida se ve implicado en una disputa con la tecnología y en especial con un robot en particular, SONY. Sin embargo, descubrimos que él mismo era un ciborg que poseía tecnología y desarrollo cibernético en su cuerpo – así este no se haya dado voluntariamente, ya que en la trama se evidencia que fue reconstruida parte de su cuerpo a causa de un accidente automovilístico en el que un robot lo salvó, empero, en el mismo accidente una niña también pudo ser salvada, pero algorítmicamente la máquina decidió salvar a quien más posibilidades de vivir tenía, y la niña ya no tenía prácticamente ninguna-, pero esto va más allá, “la mano virtual no actúa meramente como una prótesis, sino que intensifica su corporalidad en forma de un cuerpo tecnófilo” (Gordo, 1996, p. 423).

Pero el dualismo del que tanto se intenta escapar en las ciencias naturales llega de forma directa, arrasadora y sin preguntar la vida, la máquina ya no solo es la máquina, aquí no hay cuestión corpórea o espiritual, la máquina es software y hardware, es observada pero nunca en su totalidad, y esto es lo que surgen con la IA o inteligencia artificial. Este aspecto también es sumamente importante en la película como para la formación futura del hombre, la idea de construir una “consciencia” que vaya más allá al mero hecho perceptual del soy consciente de, es algo que trasciende toda emoción humana, sencillamente nos hace sentir extasiados empáticamente de orgullo por nuestro poder creador. Pero esto es lo que se critica en Yo, Robot, y es que la consciencia como esa capacidad formativa, creacional, mediacional, causal y funcional es algo que ligado a la ilimitación robótica genera temor, y para ello no hay regla que medie – en el film se proponían tres leyes de la robótica dadas por Isaac Asimov en sus libros futuristas, en la que el robot no podía dañar al hombre, debía protegerlo, pero también debía protegerse a sí mismo-, y es que, al igual que las reglas morales que rigen al hombre, las reglas de la robótica son fácilmente quebrantables para una consciencia o neoconsciencia.

Verbigracia, mientras escribía este post, decidí descansar un poco y pensar en cómo dar continuación al tema de la formación del humano – si ya no está completamente entrelazada per se- cuando reviso mi Smartphone y una notificación de un juego intenta “humanizarme”, él a mí, la máquina comienza a crear discursos, evidentemente creados por sus programadores, en las cuales notifica cuestiones como:  sé que soy un juego, pero TAMBIÉN TENGO SENTIMIENTOS. Realmente me parece increíble, inimaginable el momento en el cual estamos viviendo, y me pregunto cómo será el proceder tecnológico, me cuestiono cuál será el rumbo que tomará la tecnología, la sociedad y el hombre en este camino, ¿será que habrá un punto en el cual nuestros caminos se separen? ¿Será que la máquina superará a su creador? Y es que debemos recordar que el hombre es el creador, pero tal como dice Jorge Drexler en su canción “mi guitarra y vos”: Hay manos capaces de fabricar herramientas con las que se hace máquinas para hacer ordenadores que a su vez diseñan máquinas que hacen herramientas para que las usen las manos.  Cada día estamos más mediados, y este proceso es el que forjará la construcción del hombre, ya que el pintor que termina una obra no es el mismo que empezó con el lienzo, todo proceso conlleva un cambio, y todo cambio un efecto.

Ahora bien, teniendo en cuenta todo lo anterior, la influencia de la tecnología en los seres humanos y cómo ella está operando dentro de la actual constitución de lo humano, se hablara en este momento acerca de la relación que está pueda tener dentro del conflicto armado colombiano y las víctimas que esté ha dejado.

Para tratar este tema se tomará en cuenta que son los medios de comunicación dentro de las TIC, actores importantes dentro de todo lo que se piensa y se dice del conflicto en Colombia. Los medios han tenido gran repercusión dentro de toda la información que el país ha obtenido de la violencia que se vive. Las personas de la ciudad, los políticos y quienes no se ven directamente implicados con todas las situaciones conflictivas del país viven este drama a través de los medios de comunicación, encargados de informar. Frente a esto, cabe decir que así como “los medios de comunicación y las TIC nos ofrecen las mejores oportunidades para conocer a los otros (…) al mismo tiempo nos filtran y editan su conocimiento de forma tal que difícilmente nos permiten acceder a la versión que los otros tienen de sí mismos” (Winocur, 2013, p. 247). Esto es, claramente observable, en todas las noticias que desdibujan o distorsionan la verdadera cara del conflicto, a pesar de que los medios de comunicación han estado presentes en los hechos más importantes del conflicto armado y han rescatada y reivindicado ciertos rostros de víctimas, también han sido, en muchas otras ocasiones, pobres en la información que deberían presentar sobre el conflicto y las víctimas.

Además, como medios masivos de comunicación han desaprovechado todas las nuevas herramientas que ofrecen las nuevas tecnologías para informar, permitiendo que la información que se tiene del conflicto se dé a conocer bajo las mismas narrativas que los colombianos ya conocen y que de tanto repetirlas han causado en el país una indiferencia e insensibilidad por la situación de violencia por la que atraviesa Colombia.

Es importante tener en cuenta que los medios de comunicación deberían permitirnos conectarnos con “los opuestos que son significativos en nuestros universos simbólicos de pertenencia” (Winocur, 2013, p. 253) Y así conocer realmente todas las partes del conflicto: las víctimas que merecen una reivindicación social que puede lograrse tras estos medios, la voz de los victimarios que deberían manifestar sus intenciones para con el país así como generar nuevos escenarios de paz, la política que a través de los medios debería comunicar sus planes estratégicos para incidir en los procesos de reconciliación y paz.

De esta manera, con el uso de los medios masivos de comunicación y de las nuevas tecnologías que permiten mejorar la información, es como el conflicto debería revelar verdades, rostros y ser el espacio donde las diferentes partes se reúnan a presentar la propuesta de paz que el país espera y las indicaciones para juntos lograrlo tras las estrategias que la política ha generado, las negociaciones planteadas y la búsqueda de la verdad y la justicia para las víctimas. Así la tecnología y los nuevos medios masivos permitirán una construcción más justa y sincera de la sociedad colombiana y por tanto de lo humano




Referencias
·         Gordo López, Ángel J. & Macauley, William R. (1996) Hibridación y Purificación en el Espacio Cibernético: una aproximación discursiva. En GORDO López, Ángel Juan & Linaza, José Luis (comp.). Psicologías, Discursos y Poder. España: Editorial Visor. Disponible en:http://www.researchgate.net/publication/260479857_Hibridacin_y_purificacin_en_el_espacio_ciberntico_una_aproximacin_discursiva
·         Winocur, Rosalía (2013) Los diversos digitales y mediáticos que nos habitan cotidianamente. Buenos Aires. Disponible en:http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/gt/20130722110743/Rosalia_Winocur.pdf

Proyas, A. (2004), Yo, Robot. [película], Estados Unidos, Overbrook Entertaiment [productora]


viernes, 22 de abril de 2016

Una mirada a las víctimas desde Foucault




Referencias:
- Scherer, C. (2014, 23 de noviembre), "El poder según Michel Foucault" [diplomado], Género y gobernanza, Nueva Alianza. Disponible [en línea]: https://www.youtube.com/watch?v=ulwv9xhxMRU - Pienso, luego existo (2014, 16 de abril), "Beatriz Preciado" [emisión por televisión], Madrid, Canal 2. Disponible [en línea] en: https://www.youtube.com/watch?v=AYmIgSrG01Y
- Foucault, M. (1991), El sujeto y el poder. Bogotá, Carpe Diem ediciones, pp. 51-69.

sábado, 2 de abril de 2016

El papel del lenguaje en la constitucíon de lo humano y las víctimas



Wittgenstein, uno de los mejores filósofos del siglo XX, tuvo una vida extraña, interesante y muy provechosa. Su vida fue un modelo de pensamiento, un interés continuo por el descubrimiento de los límites del mundo a través del lenguaje y un deseo insaciable de reconocer la importancia de la filosofía dentro de la existencia humana. Por medio de la biografía de este personaje, que deseaba ser pionero en la aeronáutica y diseñar su propio motor, que fue maestro de filosofía por gran parte de su vida, que viajaba buscando encontrar nuevas ideas y pasiones y que en su final deseó escribir un libro de filosofía de chistes y humor; podemos observar y reconocer la vida de un filósofo apasionado por la vida, las cuestiones del lenguaje y la perfección.

Wittgenstein aportó a la comprensión de la constitución humana a partir del lenguaje por medio de cuatro ideas que vale la pena destacar: Primero, reconociendo que el lenguaje es constitutivo e inherente a la sociedad, es decir, el ser humano no se desarrolla si no está inmerso en el lenguaje y a su vez el lenguaje no es desarrollado si no está presente en un mundo social. Segundo, desarrollamos y aprendemos el lenguaje porque hacemos parte de una cultura, lo cual implica un tipo de lenguaje concreto y un acumulado de significados específicos que determinan nuestro mundo, lo que pensamos de este y cómo nos relacionamos dentro del mismo; así, desarrollamos de manera simultánea una forma concreta y primaria de ver el mundo y de vernos a nosotros mismos, que por supuesto se va moldeando, consolidando y cambiando a través de los nuevos lenguajes que vamos identificando y aceptando. Tercero, nuestra forma de ver la vida va cambiando a partir de los nuevos lenguajes que vamos identificando y aceptando porque el lenguaje en Wittgenstein es una forma de vida, una herramienta, un instrumento que nos permite crear diferentes cosas y ver el mundo de mil maneras, esto es lo que él denominó los juegos del lenguaje; así la palabra es el modo concreto en que se usa un juego del lenguaje. Y finalmente, nuestra construcción humana que es un proceso constante y cambiante se ve débil o fortalecido por los límites de nuestro lenguaje, de esta manera los límites del lenguaje de cada uno son los límites de su mundo.

El aporte de Wittgenstein a la filosofía, ha sido una contribución para diferentes ciencias y reflexiones en diversos campos del conocimiento. Desde Wittgenstein podemos comprender algunos fenómenos sociales y revisar cómo estos operan. Desde el tema de víctimas y el conflicto armado, particularmente en Colombia, podemos analizar varias cosas a partir del desarrollo de la filosofia del lenguaje: primero, podemos observar cómo la construcción de lenguajes particulares recreados en contextos específicos, por ejemplo, la guerra como medio de revolución, búsqueda de justicia, equidad, etc en un contexto de corrupción y desigualdad, puede provocar que los militantes de estos grupos armados encuentren en la guerra la mejor opción de defender sus ideales sin tener presentes las consecuencias y el dolor que el conflicto pueda generar. Segundo, otro objeto de estudio desde el lenguaje a partir de la influencia del conflicto en un país como Colombia, son los medios de comunicación, los cuales se han encargado de crear nuevos lenguajes a partir de ciertos sesgos políticos y masivos que en vez de intentar reducir la guerra o presentar la verdadera cara de ella, han provocado lenguajes de odio y rencor frente a las víctimas, victimarios y en general la sociedad colombiana. Tercero, desde la perspectiva y el trabajo jurídico se han desarrollado lenguajes muy concretos que permiten desde un punto de vista legal reivindicar los procesos de restauración, sin embargo, teniendo en cuenta que el lenguaje se compone por medio de hechos y no de cosas, debemos considerar que a las palabras que expresan lo jurídico en Colombia no se les está dando un sentido de realidad.

Finalmente pudimos encontrar en su postura dos formas constitutivas en la formación del ser humano, observándolo desde las dos eras de Wittgenstein. En la primera de ella, con el lenguaje como medio de expresión verbal, pudimos encontrar un aspecto fundamental y primario, el emitir una conducta verbal sobre la vida misma del hombre, en un proceso de evolución es comprender que primero debemos saber que podemos hacerlo. En su segunda postura nos ayuda a fundamentarnos en el orden de lo transcendental del hombre, en el que el lenguaje nos sirve, luego de verbalizar, para comprender que usándolo como herramienta constitutiva del mundo podemos ser hombres y mujeres que vayan más allá de las limitaciones de la vida, permitiéndonos en un juego del lenguaje construirnos y construir a los demás. Este uso comprende una capacidad que en primeras luces puede llegar a limitarnos en un determinismo funcional limitado del lenguaje, definiéndolo como un simple constructor, empero, es muy importante que se asuma en la construcción del ser humano, que el lenguaje abarca un sentido mucho más amplio, que se mantiene en un papel definitivo entre lo endógeno y lo exógeno, en el que su topografía y su funcionalidad están siempre en variables interdependientes que se van fundamentando como variables independientes del propio comportamiento humano, siendo esto el enlace fundamental con una construcción prosocial y activa del individuo en sociedad. 
En definitiva, "el lenguaje es fenómeno privativo del ser humano: es fundamento y condición de posibilidad de su forma de vida. En él se plasma y se construye su conducta, sus instituciones y sus sentimientos". (Bosso, Desde Wittgenstein, una nueva perspectiva para pensar lo humano, p.2)



REFERENCIA


Jarman, D. (1993), Wittgenstein [película], Tariq Ali.

Bosso, C. (n.e), Desde Wittgenstein, una nueva perspetiva para pensar lo humano. UNT-CEW. 

Grandes filósofos (2015), "Ludwig Wittgenstein" [youtube], Canal A. [Disponible] en: https://www.youtube.com/watch?v=GMMkg990apA


viernes, 18 de marzo de 2016

Emoción, resiliencia y verdad



La nueva biología de Maturana presenta varias ideas importantes como una forma de comprender lo humano. Dentro de estas ideas, la más importante es el rescatar la emoción como fundamento de toda conducta humana; sin embargo, la emoción es desvalorizada como forma de conocimiento y es reemplazada por explicaciones fundamentalmente racionales, que se expresan en la coherencia de los discursos del vivir mismo.
Y es que en esta construcción pasamos por alto la pregunta por los motivos, la cual está relacionada con las emociones; pues estamos concentrados en las razones que dan explicaciones y argumentaciones lógicas. Por tanto, disminuimos la importancia de la emoción dentro de las causas y consecuencias de nuestro actuar.
Lo anterior, se da como consecuencia de una lógica patriarcal cultural que nos impone la competencia como modo de actuar, en contraposición debemos comprender una nueva lógica donde lo emocional sea el principal motor de nuestras relaciones sociales. Esto es construido con relaciones que se consolidan en la confianza, la cual ocurre en la legitimidad con el otro, como condición de la formación de esta confianza se debe tener como base principal el respeto, que permite que la relación se fortalezca tras una conversación, una escucha, una empatía.
Visto desde el conflicto colombiano, podemos resaltar que la nueva biología de Maturana puede presentarse como camino para reconstruir el tejido social que se ha fragmentado como consecuencia de la violencia. Esto desde varias perspectivas:
Primera, reconociendo que el ser humano es uno de los seres vivos que más se conoce, debido a que el conocimiento se da a partir de la observación de sí, teniendo en cuenta esto es preciso el reconocimiento de la constitución social de cada individuo como víctima y victimario a partir de la búsqueda de la verdad como herramienta para la resiliencia. 
Segundo, la construcción sobre el conocimiento de los hechos a partir de la emoción debe darse por parte de los dos implicados en la violencia, es decir, de la víctima y el victimario; pues así como la víctima puede perdonar justificando los daños que le ocasionaron a partir de la comprensión emocional y racional que el victimario le dé de manera verídica, el victimario también debe pasar de la visión de hombre como medio a hombre como fin, para poder ser empático con las víctimas y observar el dolor y daño que puede ocasionarles.
Tercero, a partir de la importancia que la nueva biología otorga a la reflexión, es preciso proponer que el victimario debe pasar por un proceso serio de reflexión donde pueda detenerse a pensar en sus actos, las causas y consecuencias de los mismos. Es de esta manera como puede abrirse la posibilidad de generar nuevas direcciones encaminadas a la construcción de paz.

Cuarto, la confianza debe reestablecerse entre la víctima y el victimario desde la base del mutuo respeto y la conversación como punto de negociación a los diferentes conflictos que puedan generarse socialmente.


sábado, 12 de marzo de 2016

Cultura y formación social de lo humano.

EL HOMBRE: COMUNIDAD, CULTURA Y FORMACIÓN.


La cultura en la constitución social de lo humano, según Geertz, es un entramado de signos, símbolos y significados que determinado grupo social construye para dar sentido a lo que piensan y creen; pues para Geertz, el lugar del mundo que el hombre habita y lo que cree acerca de este, son elementos inseparables, lo que quiere decir, que el hombre se constituye en torno al lugar donde nació y a la cultura que allí se vive. Dicha cultura es una construcción histórica y colectiva que surge a la par del mismo hombre, son una sincronía cíclica que va dando de parte y parte un resultado final.Teniendo en cuenta lo anterior, el ser humano está inserto en un mundo de significados específicos que permiten guiar sus creencias, pensamientos y acciones.
Ahora bien, la película “El abrazo de la serpiente” es un ejemplo de la importancia de la cultura dentro de la constitución de un grupo social y de cada uno de los individuos que la conforman. La película evidencia dos tipos de culturas que se encuentran: una representada en un extranjero moderno y la otra en tribus indígenas del amazonas que muestran un ritmo de vida particular y que contienen un conjunto de símbolos y signos que evidencian unas creencias y vivencias propias que organizan su comportamiento. Las diferencias culturales pueden evidenciarse en la vestimenta, el idioma, el ambiente de los lugares donde se vive, el significado que se construye en torno a la relación con la naturaleza y el compromiso que se adquiere con esta, la organización social, la importancia de la comunidad dentro de la construcción de cada persona y la forma de ver el futuro y de pensar al otro.
Esta es una construcción que surge de la naturalidad de las situaciones, y cuando observamos el producto de Guerra se puede apreciar que no solo se está en la elaboración de un documental histórico, sino que es la representación de la representación de la humanidad misma desde los albores de convergencias históricas, comportamentales, sociales, individuales que se hibridan cual místico acto para crear a cada individuo, hijo de sí mismo, hijo del todo.


Sin embargo, cuando observamos un producto solemos alejarnos un poco de las circunstancias, esto gracias a la labor de la televisión que ha generado un distanciamiento entre el hombre y la realidad que se vive, es por ello que no es de extrañar que al ver el “abrazo de la serpiente” se piense simplemente como un resultado benevolente de la imaginación de un director y un historiador del paso muy muy lejano. Es por ello que nos encontramos con un indígena colombiano de la tribu Misak Misak para contrastar no solo una cosmovisión, sino todo un cambio paradigmático de la vida y el hombre.


Gonzalo, uno de los miembros de la comunidad Misak Misak, permite identificar, como menciona Geertz, que es inseparable la formación del hombre en relación con la cultura en la que nace y se desarrolla. Los Misak Misak buscan mantener su cultura en contra de todas las dificultades que el mundo moderno pueda ponerles; Gonzalo, es ejemplo de ello, mantiene el mismo vestuario usado por la comunidad, reconoce la importancia de mantener su lengua nativa, piensa que todo lo que hace debe ser en beneficio de su comunidad y de su cultura, tiene una noción de comunidad mucho más amplia e importante que la de un hombre de ciudad por lo que habla más de “nosotros” que de “yo”, las situaciones que se presentan en la cotidianidad las discute en asambleas junto a los otros miembros de su tribu, tiene una relación con la naturaleza de madre - hijo, para él y para su comunidad la tierra es sagrada y debe respetarse así que todas sus acciones se encaminan al cuidado de esta, su futuro es pensado más en pro de la comunidad que de él mismo, el objetivo final es  mantener las creencias, tradiciones, costumbres y acciones; por ello al observar el “castigo” en los Misak Misak se descubre un choque con nuestra tradición de aversivo que daña al individuo, este es una manera de reinserción social y no un encierro permanente. En su manera de  organizar la sociedad surge una visión que desde los occidentales hegelianos consideraríamos como retrógrada, y es el trueque, pero que en realidad es una formación comunitaria que no busca una ganancia comercial, sino una ganancia espiritual, “si mi hermano está bien, yo estoy bien y la comunidad lo estará”.
Las costumbres en relación con la maternidad son particulares y buscan un continuo bienestar del bebé y la mamá; los Misak Misak se realizan unos baños y bebidas especiales que permiten aumentar las defensas  y cuidado del bebé y la madre. En contraste con ello, nuestra sociedad moderna en la ciudad tiene menos cuidados particulares con las mamás y los bebés, la medicina científica y convencional es quien se encarga de los controles rápidos del “cuidado” y quien atiende los partos.


En conclusión se evidencia que el hombre como individuo no es un surgimiento único tal como nos lo ha hecho pensar la historia tradicional positivista, sino que es una formación de los pequeños aspectos, de la cotidianeidad, de una historia real que abarca a cada persona que son los cimientos de cómo nos formamos y de cómo organizamos la vida en base a un contrato social, que va más allá de lo que Hobbes dilucidaba, es un vínculo que hace que se forme el hombre por amor y fraternidad, no por conveniencias.


Pero nuestro realidad nos lleva a que pensemos un poco más de cerca ciertas circunstancias del país y el proceso de paz, por ello en relación con las víctimas del conflicto armado es pertinente decir que las huellas que la guerra ha dejado en la víctima crean una serie de significados nuevos en torno a la relación de la persona con su sociedad de dos maneras; primero, en relación con la injusticia que la víctima vive por la transgresión que se le ocasiona por medio de la violencia y segundo, en relación con los nuevos significados que se construyen frente a la reconciliación, el perdón y la búsqueda de la justicia y la verdad, como forma de reparación. Lo anterior, debe revisarse teniendo en cuenta dos premisas: A) Que el ser humano es un ser biopsicosocial que se construye y se renueva a lo largo de toda la vida; y B) Que su formación está determinada por factores igualmente biológicos y culturales. Es decir, que la víctima, determinada por una cultura violenta del país en el que habita, está en un mayor riesgo de ser afectada por acciones violentas de la guerra y termina, por tanto siendo un número más en los incalculables receptores de la guerra; sin embargo, dicha víctima determinada también por factores sociales que van desarrollando mediante digas contingencias un comportamiento resiliente que identifica la reconciliación y la búsqueda de verdad como mecanismo de reparación a los tratos de violencia, que sin justificación, tuvo que vivir.  

Finalmente, podemos concluir que Geertz tiene razón al pensar que el estudio de la constitución humana tiene en su núcleo fundamental el factor cultural, pero no una cultura plana, lineal y positivisita, sino una cultura que nace de las divergencias, de lo heterónomo, de unas diferencias que no son tal sino matices de una sociedad que se construye, que es autopoietica, que es circular, que es fluida, y esa es la mayor conclusión: el hombre se forma gracias a otros hombres en una actividad recíproca que crea en un estadio mayor la sociedad y la cultura, todo en un circuito interminable de relaciones.

Referencias:

Geertz, Clifford (1989). El impacto del concepto de cultura en el concepto de hombre. En La interpretación de las culturas, pp.43-59, Barcelona: Gedisa.  Disponible en:
Guerra, C. (Dirección). (2015). El abrazo de la serpiente [Película].